Cientos de personas se reúnen en Roma cubriéndose con todo tipo de plásticos, paraguas y tiendas de campaña.
Los primeros fieles que han llegado al romano Circo Massimo, donde esta noche en Italia se celebrará la Vigilia para la beatificación de Juan Pablo II, se resguardan de una lluvia cada vez más persistente bajo todo tipo de plásticos, tiendas de campaña o paraguas a la espera de que comience la ceremonia.
“No nos moveremos de aquí hasta que empiece la vigilia y, después, iremos en procesión a todas las iglesias abiertas en “Roma”: para de allí acudir directamente a la plaza de San Pedro y asistir a la beatificación de Juan Pablo II", afirma a Efe la monja nigeriana sor Margaret Netimere.
Esta monja y dos de sus compañeras van provistas de paraguas y unas cajas de frutas para sentarse en unas escaleras del Circo, además de llevar unos kiwis envueltos en plástico con gotas de agua.
“Es lo que tenemos y por él hacemos esto y más porque fue un hombre que conoció todas las experiencias del ser humano”, indica.
En la parte superior de la explanada, que en tiempos de los romanos fue utilizada para carreras de caballos, se ha levantado un escenario presidido por la Virgen patrona de Roma, Salus Populi Romani, muy querida por Juan Pablo II, y un enorme cartel con el plácido rostro del próximo beato.
Junto al escenario se han dispuesto también varias filas de sillas a cielo abierto para las 87 delegaciones que han llegado de todas partes del mundo para asistir a los actos de la beatificación del papa polaco.
El resto del Circo Massimo, si la lluvia no arrecia aún más, será ocupado por los fieles y peregrinos, algunos de los cuales se dirigen hacia el lugar de la Vigilia enarbolando banderas de sus respectivos países o atadas al cuello, en la mochila o simplemente envolviendo su cuerpo empapado.
Cientos de chubasqueros de vivos colores y banderas se van acercando al llamado en su tiempo el “Gran Circo”, convertido hoy en lugar de plegaria en honor al papa también calificado por algunos como “el Grande”.
Los más madrugadores ya se han instalado en el Circo Massimo con tiendas de campaña, tumbados sobre esterillas y protegidos de la persistente lluvia por lonas azules o resguardados bajo construcciones improvisadas de plásticos, de lo más dispares y atados a vallas.
Al menos una docena de jóvenes sestean, uno al lado del otro, bajo un enorme plástico transparente.
“La lluvia no es un problema”, asegura a Efe la italiana Debra Coletti, que viene con su novio desde la región de Véneto a honrar a un papa que “supo comunicarse con los jóvenes”.
Y son jóvenes los que van llenando el Circo, desde “boy scouts” a sacerdotes de la congregación española fundada por el padre Rafael Alonso en 1982 de los que trece han llegado desde España, aunque son de diferentes países (México, Estados Unidos, Irlanda, Colombia, España, Nicaragua o Cuba).
Nadie quiere moverse del lugar hasta las 20.00 hora local (18.00 GMT), cuando comenzará la Vigilia de rezo en honor a Juan Pablo II y que consta de dos partes.
En la primera, llamada Celebración de la Memoria, intervendrán su secretario particular y cardenal de Cracovia, Satislao Dziiwisz; su antiguo portavoz durante 22 años, el español Joaquín Navarro Valls, y la monja francesa Marie Simon, cuya curación del parkinson que padecía ha abierto las puertas a la beatificación del papa polaco.
La segunda parte será la Celebración de los Misterios Luminosos del Santo Rosario, que fueron introducidos por el próximo beato.
Todo ello lo quiere seguir también en silla de ruedas una anciana que desciende con dificultad de un taxi, la mexicana María Montesinos, quien recuerda que Juan Pablo II cuando fue nombrado papa y se asomó a la ventana del Palacio Apostólico lo primero que dijo fue: “Si me confundo, me corregís”, unas palabras, según ella, con las que demostró ya “su capacidad de entrega total a los demás”.
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